Cada rincón de este departamento es un testimonio de la apreciación de sus dueños por el arte. A lo largo de los años, han reunido piezas de destacados artistas que reclamaban tener un espacio propio en este proyecto. Un análisis de la disposición del espacio y los requerimientos de los propietarios, con vista a un parque privado, llevó a plantear la eliminación de las divisiones existentes en el área social para recorrerlo visualmente desde su ingreso. En el proceso, se propusieron nuevas piezas que se sumaron a esta significativa colección.

Al eliminar las particiones, se ganó amplitud y se logró incorporar los ambientes anteriormente desvinculados. La terraza interior se integró al resto del área social, permitiendo agregar una zona de bar contigua a la sala. Se cuidó de equilibrar las piezas de arte en las paredes con las distintas texturas, colores y materialidad del mobiliario elegido para que existiera una convivencia armónica entre ellos.

En la sala principal se eligió un seccional con tapiz de terciopelo satinado para generar un ambiente elegante; su diseño en forma de “L” se abre invitando a la zona de bar a integrarse a la sala. Se consideró la cercanía de la barra del bar al ventanal con vista al parque y se planteó una base de madera con rasgos que asemejan el tronco de un árbol. Sobre el bar, se propuso una irreverente obra de la serie “Combis-Extracciones” que rinde homenaje póstumo al artista visual Alberto Borea.

En el espacio del comedor se mezclan materiales cálidos y fríos: un tablero de mármol con sillas con respaldo de esterilla y dos banquetas enteladas en terciopelo. Destaca la lámpara de comedor de la diseñadora neoyorquina Lindsay Adelman de vidrio soplado, haciendo alusión a las ramas de un árbol. Como fondo visual se colocó un tríptico donde el artista utiliza una técnica de exposición con pólvora. Todo el espacio está rodeado de arte, sin imponerse uno sobre otro, conviven, conversan y acogen a sus habitantes.