Este proyecto de casa de campo, diseñado en conjunto con la arquitecta Claudia Casabonne en Los Cóndores, Lima, se desarrolló en un terreno de forma trapezoidal y en desnivel. La intención era dejar la menor huella posible del edificio sobre el terreno para dar sensación de amplitud. La puerta de entrada a la casa, al igual que el garaje de estacionamientos, está en la parte alta del lote. Al entrar se baja por una escalera que desemboca en un patio con un árbol central alrededor del cual se organizan varios volúmenes separados que articulan sus recorridos a través del el.

De esta forma, los volúmenes delanteros enchapados en madera corresponden a los dormitorios (principal y secundarios) y el volumen del área social manejado con mucha transparencia, está al centro de las actividades de la casa.

 

El pedido de los clientes de un librero en el área social de la casa, sumado a la necesidad de transparencia para gozar visualmente del jardín, dio la idea al estudio de hacer de ese elemento el protagonista del proyecto, repartiendo así lo que hubiese sido una columna, en varios parantes estructurales repartiendo así el peso del techo y formando un librero estructural que recorre el espacio desde el interior hasta la terraza.

La materialidad de la casa es clara: concreto expuesto, madera y metal, buscando un equilibrio de los materiales en su estado natural y en armonía con la naturaleza circundante.