En este penthouse de dos pisos, el diseño de interiores intentó resolver una distribución particular, generando un planteamiento singular y funcional. Una parte fundamental de este encargo fue ayudar a que los propietarios iniciaran una colección de arte contemporáneo, para lo cual se realizó una curauría de artistas de gran proyección, que aportan carácter al proyecto. Otro elemento distintivo fue aprovechar la angosta terraza que recorría la primera planta para crear una cortina de vegetación que añadió un fondo verde a todo el entorno.
Con una planta de distribución en forma de “L”, se crearon dos ambientes dentro de una misma área social, cada uno con su propia impronta pero articulados entre sí. La pared lateral de la sala se enchapó con madera teñida en negro y se instaló una obra de arte que juega con la profundidad del espacio, creando otra dimensión a través de él. En este espacio, se fabricaron a medida los muebles en una paleta de tonos neutros; los acompaña una escultura del arte conceptual. Esta zona se extiende hacia la sala principal y su conexión se logra colocando una banqueta con cuero entrelazado que sirve de bisagra para ambos espacios.
En la sala familiar se continuó con los tonos cálidos, como el color topo del sofá seccional, dos butacas de Alvaar Aalto, una mesa de centro de enchape de madera con vidrio y mesas de apoyo vintage. Se trabajó la iluminación de todo el departamento para tener luz directa e indirecta. La luz focalizada sirvió para dar una luz diáfana a las piezas de arte.
En el comedor no se colocaron sillas de cabecera para no dar la espalda a la sala e integrar ambos ambientes. El estudio aprovecha esa singularidad para diseñar una base de fierro bastante visible.
La paleta de texturas y estilos genera un contraste interesante: sillas de doble esterilla y una mesa con tablero de mármol y base de fierro, una consola enchapada en espejo y un mueble bar antiguo se conjugan con una lampara ligera y escultórica. La presencia de las piezas de arte realzan la composición.
En el segundo piso, las paredes enchapadas en madera forman un cubo que guarda en su interior un mueble de televisión, ecran, escritorio y un bar escondido, mientras hace las veces de un pasillo contiguo a la entretenida sala de estar donde se colocaron piezas de arte especialmente seleccionadas.
En este penthouse de dos pisos, el diseño de interiores intentó resolver una distribución particular, generando un planteamiento singular y funcional. Una parte fundamental de este encargo fue ayudar a que los propietarios iniciaran una colección de arte contemporáneo, para lo cual se realizó una curauría de artistas de gran proyección, que aportan carácter al proyecto. Otro elemento distintivo fue aprovechar la angosta terraza que recorría la primera planta para crear una cortina de vegetación que añadió un fondo verde a todo el entorno.
Con una planta de distribución en forma de “L”, se crearon dos ambientes dentro de una misma área social, cada uno con su propia impronta pero articulados entre sí. La pared lateral de la sala se enchapó con madera teñida en negro y se instaló una obra de arte que juega con la profundidad del espacio, creando otra dimensión a través de él. En este espacio, se fabricaron a medida los muebles en una paleta de tonos neutros; los acompaña una escultura del arte conceptual. Esta zona se extiende hacia la sala principal y su conexión se logra colocando una banqueta con cuero entrelazado que sirve de bisagra para ambos espacios.
En la sala familiar se continuó con los tonos cálidos, como el color topo del sofá seccional, dos butacas de Alvaar Aalto, una mesa de centro de enchape de madera con vidrio y mesas de apoyo vintage. Se trabajó la iluminación de todo el departamento para tener luz directa e indirecta. La luz focalizada sirvió para dar una luz diáfana a las piezas de arte.
En el comedor no se colocaron sillas de cabecera para no dar la espalda a la sala e integrar ambos ambientes. El estudio aprovecha esa singularidad para diseñar una base de fierro bastante visible.
La paleta de texturas y estilos genera un contraste interesante: sillas de doble esterilla y una mesa con tablero de mármol y base de fierro, una consola enchapada en espejo y un mueble bar antiguo se conjugan con una lampara ligera y escultórica. La presencia de las piezas de arte realzan la composición.
En el segundo piso, las paredes enchapadas en madera forman un cubo que guarda en su interior un mueble de televisión, ecran, escritorio y un bar escondido, mientras hace las veces de un pasillo contiguo a la entretenida sala de estar donde se colocaron piezas de arte especialmente seleccionadas.
Desde este espacio se accede a una amplia terraza exterior donde se generaron diferentes ambientes: un comedor acompañado por un jardín vertical, una zona de parrilla; una sala de estar conformada por tres sillones a lo largo de la terraza para acentuar la longitud del espacio, taburetes de madera natural que aportan una atmósfera lúdica funcionando como mesas de apoyo y sillas simultáneamente. Una escultural silla de exterior con forma de rostro y una colorida escultura de Joaquín Liébana aportan impetuosidad al espacio.