Una pareja compró un penthouse en planos con la posibilidad de hacer cambios que se adapten a su forma de vida. La modificación más significativa consistió en cambiar la ubicación y forma original de la escalera para que fuese una pieza arquitectónica y a su vez escultórica en el centro del espacio social.
El peldaño inicial de mármol travertino demarca la estructura, mientras que el resto de los peldaños enchapados en madera negra contrastan con el pasamanos de vidrio, creando la sensación de que la escalera flota en el espacio. Este volumen sumado a una fila de macetas alargadas con plantas altas funciona como un biombo que separa el hall de entrada de la sala.
La proximidad al parque fue un factor focal en el diseño, buscando replicar el verdor y llevarlo a los espacios internos para lograr una prolongación visual entre ambos entornos. Con una propuesta de arte colorida, se imprimió al departamento una sensación vibrante y alegre, fiel al espíritu de la familia que encargó el proyecto.
Desde el hall, el espacio se abre a una zona social de doble altura donde la disposición asimétrica de los muebles y el uso de diferentes materiales crean una atmósfera entretenida y cálida. Se aprovechó la mampara superior para generar una cortina de vegetación que realza la doble altura en diálogo con la lámpara colgante.
Las paredes que contienen el comedor son el punto de encuentro entre el concreto expuesto y una pared enchapada en madera que recorre el primer piso, ocultando visualmente las puertas que llevan a los distintos ambientes. Las sillas de comedor, con respaldo entelado y curvo, invitan a una sobremesa familiar. Las luminarias focales sobre la mesa aportan intimidad. Se colocó una consola de enchape de nogal francés cuya veta recorre las puertas, asemejando el lenguaje natural de los árboles. La vegetación fue un elemento clave para mantener la sensación de oasis a través de todo el interior.
En la segunda planta, un amplio estar familiar se integra con la terraza a través de mamparas de vidrio. Un díptico de colores vibrantes sobre la pared de microcemento encofrado contrasta con la pared enchapada de madera donde se empotró un librero con iluminación indirecta. Una mesa de comedor de diario y sillas de estilo escandinavo junto con una lámpara de diseño ligero, permiten que el arte sea el protagonista. Una alfombra de lana de llama en colores verde oscuro y hueso diseñada por nuestro estudio y tejida por artesanos peruanos acompaña a un sofá curvo, creando una atmósfera relajada y familiar. Lo acompañan un bergere verde petróleo, una mesa de centro de forma orgánica en acabados por abierto.
La terraza en el techo, enmarcada por un biombo vegetal, se presenta como un oasis sin divisiones estructurales, con diversas zonas de estar y una piscina que incorpora elementos naturales. Mesas de centro, banquetas y sofás fabricados con materiales nobles como esterilla y troncos de raíz, junto con la suavidad de la alfombra de llama gris y telas en tonos tierra, generan armonía y paz.